miércoles, 25 de junio de 2008

Capítulo VII: “flores para un muerto”


Un olor a cementerio cubría todos los rincones de la planta baja, adornando las salas principales para alegrar a los internos estaba “Vale”, nuestra jefa de enfermeras tratando de darle un poco de alegría al lugar… quizás visualmente le ponía onda pero olfativamente era un recordatorio de a donde vamos a ir a parar todos… No muy agradable…

Tiramos toda clase de ambientador destructor de la capa de ozono que se disipaba a los pocos segundos… y esas flores muriendo dejaban un claro aroma a putrefacción. Siempre me dije que regalar flores era regalar algo muerto, en cambio una planta con su maseta y tierra era un ser vivo hermoso para cuidar… ¿pero quien tiene tiempo para cuidar seres vivos? En un mundo cada vez más autómata, en una vertiginosa vorágine de sociedad de consumo con objetos y personas descartables no hay tiempo para las plantas…

Y aquí, recreando la atmósfera de Chacarita, rodeada de puestos a la salida del cementerio… Hay que ponerle ganas y perfume a la bufanda para salir a recorrer los pasillos.

Por suerte hoy fue un día en que por razones personales se me permitió la entrada al “mani-comio” más tarde, por lo que el cruce con los internos y ambulatorios fue solo en el turno de la tarde-noche. Algunos exuberantes personajes del exceso, quieren pasar desapercibidos, pero como ser invisibles cuando sus ropas son tan llamativas que en un día de niebla los podríamos usar de faro.

Saltan las térmicas de los cerebros distorsionados de los pacientes y de los profesionales, ¡vamos a quedar a oscuras si todos nos desconectamos!... Tratan de escaparse de todo pero de uno mismo es imposible… Yo solo quiero conectarme conmigo misma para que sea más fácil el estar con otros… y es tan difícil que a veces me tengo que borrar de la vida, si fuera tan fácil como sacar un enchufe…

Se me olvido verificar que las luces del pabellón blanco estuvieran totalmente prendidas, y por su puesto que no lo estaban… en esa penumbra los internos se encontraban un poco fóbicos a la poca iluminación… así que les di una excusa para tener una recaída esta noche. Se hizo la luz y el clima mejoro como tocando un botón mágico… que simple es a veces cambiar algo que pensamos difícil.

El olor es ineludible al olfato… hoy es día de flores… ¿no deberíamos de tener un agradable aroma floral? Ya ni las flores perfuman ni las estufas calientan, las luces no iluminan y las palabras no dicen nada…

3 comentarios:

Psicoloca dijo...

Gracias por pasarte colega...
Y no dejes que los malos olores hagan tu día lúgubre!
Saludos
Me gusta mucho tu blogumz

Anónimo dijo...

A decir verdad no he leido los capitulos pero confio plenamente en mi amiguita TATO y mi hermana PENELOPE, prometo leerlos muy pronto.
Yo he sido en cierta forma parte de ese psiquitrico y quien dice volveria a participar en el.
Besos ... ROSALIA P.

Soledad Jácome dijo...

Volví al loquero!!!

Y bue...uno siempre tiene recaídas.

Estoy en una etapa terrible. Todo mal acá. Bueno, siempre está todo mal acá, pero ahora es distinto y no se sabe como va a seguir todo esto o si va a seguir todo esto. Por eso desaparecí de este blog, de otros blogs, de mi blog.

Muy ciertas sus reflexiones, Felicitas. En cualquier momento vuelve el Tamagotchi y quiebra Dogui.

El olor a velorio es tremendo y muy característico. Se detecta enseguida y muchos caen en el riesgo de provocarlo si no eligen las flores adecuadas. Los crisantemos son los peores, típico aroma al último adiós. Pero también ciertas margaritas de colores tienen ese olor.

Les tiro un dato: el shampoo de ortiga tiene ese olor exacto!!! No lo compren o eviten entrar al baño cuando alguien lo está usando. Les juro que parece el perfume de la muerte.