martes, 8 de julio de 2008

CapituloIX: El monóculo obtuso

Desperté con un ojo pegado, irritado… cansado de ver tanta mísera locura, decidió hacer piquete y se puso rojo hasta el punto en que a la noche, mientras dormía, como una araña mañosa tejió un moco sanguinolento que lo dejo en total oscuridad. Sin molestias mayores a tener que pasar estas horas con un ojo emparchado y la mitad de mi campo visual, salí a transcurrir mis horas laborales lo más alejada posible de la luz solar que me daba dolor de cabeza.

Entrando por la puerta principal, con la noche a mis espaldas, descubrí que el guardia no estaba en su cubículo por lo que se pagaba a una seguridad insegura… que en vez de estar cuidando, estaba en la esquina comiendo facturas y hablando teorías quánticas sobre partidos de fútbol utópicas. Apenas y va aclarando y ya encuentro personas fuera de lugar…y vino a mi mente lo que siempre digo, la seguridad es solo una sensación que se tiene…en este caso pagan para sentirse un poco más seguros…

Un indigente, más gente que muchas personas de sociedad que he conocido, se acerco para pedirme el café que siempre le hacía llegar por las mañanas acompañado de unas galletitas… antes de pedirme nada, me dio los buenos días y me ayudo a abrir la puerta que estaba medio trabada por la humedad… casi como los huesos de algunos o las manos y o pies de corchito quemado que al parecer tenían síntomas de “michelín” cuando la humedad ambiente llegaba a cierto punto. Este efecto inflable le impedía trabajar por lo que mi respuesta es… “la humedad es lo que mata”.

No se si la penumbra de mi circunstancia se debía a el día nublado, gris y frío… al humor del director que al parecer se quedo a dormir en su despacho privado por altercados con su concubina actual. Todo giraba en torno a un exceso. Al sexo. A la relación unidireccional de sus relaciones… lo único importante era el… como todo en su vida, su centro…su todo era su propio ser que todo lo abarcaba y lo podía… y así terminaba en estados de absoluta ebriedad mental y saturación “psico”. Un clásico entre los clásicos, casi un shackespeare del narcisismo…. Un campo interminable de narcisos, clonados para que sean idénticos y no pueda existir competencia.

Con la efímera careta del bien-estar, comencé mis rondas con un monóculo estrábico y obtuso. Desde mi mente, impuse la orden de ver el mundo desde una óptica diferente y ya tenía una visual al 50% de mi capacidad. Comencé por ir a los baños más cercanos por necesidad de mi esfínter que no me dio tiempo de reaccionar antes. No podía creerlo, en un inodoro encontré la evidencia de la mala puntería trasera de algún sistema excretor (supuestamente humano) que había prendido turbinas y dejado hasta los pelos del intestino delgado… un momento de meditación basto para cerrar la puerta y llamar por el next-tel al personal de limpieza… pero ya era de saber que corchito quemado no estaba disponible por hinchazón corporal… o quizás por una indigestión resacosa de la cena nocturna… Por suerte había otros pobres seres que deberían limpiar y desinfectar la huella inoportuna de una cagada literalmente nada artística.

Por su puesto que como un CSI BsAs, tome fotos del hecho… por la textura, consistencia, color y estado reseco… además de ser el baño de mujeres, supe que fue un invitado del día anterior… más que nada porque los internos no pueden utilizar este baño y los empleados usamos (según categoría) otros.

Tuve la suerte de recorrer los pasillos pudiendo mirar solo el lado derecho, por lo cual me abstuve de girar el cuello para ver las nuevas obras artísticas del sicótico manchador de superficies. Las caras de los internos aplastadas contra los vidrios cuando no un trasero poco depilado y muy gordo… Puedo soportar mucha agresión visual pero algunas cosas sobrepasan los límites de lo bizarro… Hoy vi el meridiano apocalíptico del director cuando, agachado para atarse un cordón, el pantalones del traje se deslizo.

Hoy es un día de poner la otra mejilla… de mostrar la otra cara… de despojarse de la mierda… y apenas son las 10 de la mañana.

2 comentarios:

Lucrecia Borgia dijo...

Como siempre interesante...cada día tengo más miedo de frecuentar estos espacios semipúblicos escabrosos, ahora que desde el nosocomio puedo observar algunas de esas peripecias confirmo el pánico...

Soledad Jácome dijo...

En el país de los ciegos, el tuerto es rey...

Lo único que puedo hacer, tras el relato de un día tan repulsivo y desquiciado, es compadecerme del ojo sano.